Algunas hipótesis sobre la evolución del sistema mundial
Omar Gejo, Alan Rebottaro, Gustavo Keegan
(Universidad Nacional de Luján)
1) Asistimos a una crisis de arrastre. Su origen, casi diríamos que remoto, se halla en la crisis de los años setenta. Allí es cuando se produce la oclusión de lo que fue la vigorosa recuperación de la economía internacional luego de la Segunda Guerra Mundial. Son esos 20, 25 o 30 años conocidos como los “gloriosos”. Ese movimiento ascendente se produjo como fruto de las condiciones abonadas por la Segunda Guerra, con la destrucción de gran parte de la sobreacumulación que aquejaba al sistema en los centros imperialistas. La destrucción de Alemania y adyacencias y de Japón, liberó las energías para una “recolonización” por parte del triunfante capital estadounidense, que desde la Primera Guerra Mundial registraba signos de asfixia por haber agotado los horizontes de expansión sostenidos, solamente, en su inconmensurable mercado interno1.
El Plan Marshall y la reconstrucción de Japón fueron las dos respuestas estadounidenses que sirvieron a su propia expansión pero también resultaron absolutamente funcionales a la reconstitución de la dominación burguesa en las potencias derrotadas; reconstitución que, va de suyo, se asentó en el despegue económico de esas economías “en ruinas”.
Esto estableció un mecanismo de enlace virtuoso entre estos tres soportes del capitalismo mundial, y que llegó a describir la recuperación de Alemania y de Japón como verdaderos “milagros”. Pero este enlace virtuoso comenzó a agotarse durante los años sesenta, en la medida que la notoria ventaja estadounidense se había perdido y sus derrotados comenzaban a competirle en determinadas ramas de la economía internacional.
La crisis se vivió fenoménicamente a partir de dos hechos fundamentalmente: la ruptura del Acuerdo de Bretton Woods, primero (1971), y luego por la denominada “Crisis del petróleo” (1973). Los dos hechos deben ser unidos pues forman parte de un mismo proceso.
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A Arquitetura Da Crise Financeira
Zeno Soares Crocetti
Universidade Federal da Integração Latino Americana/Foz do Iguaçu/Brasil
Professor/ILATIT/Geografia/ zeno.crocetti@unila.edu.br
Introdução
O estudo sistemático das crises do sistema capitalista fez parte do projeto teórico que Marx não pôde concluir. Não obstante, ao longo de sua principal obra, O Capital, é possível recolher elementos que permitem uma aproximação consistente da explicação sobre esse fenômeno próprio do modo de produção em questão. Esses elementos estão distribuídos não apenas de modo esparso ao longo dos vários capítulos que compõem a obra, mas também encadeados como o desenvolvimento lógico a partir dos momentos fundamentais da economia capitalista, identificadas pelo autor desde o primeiro parágrafo.
Para Marx a crise no sistema capitalista, ou as três modalidades de crises, são o momento de reunificação dos polos contrários autonomizados. A concorrência é a forma como a lei geral de funcionamento da acumulação capitalista se impõe aos capitais individuais na concretude do sistema. Assim como a lei da queda da taxa de lucro, a lei geral da acumulação está sempre operante, manifeste-se ou não. Isso nos levou a compreender as crises a partir do elemento básico da produção capitalista, a mercadoria. As crises representam apenas, ainda que de modo extremamente violento, a irrupção dessa contradição entre produção e realização, desdobrada da contradição básica entre valor de troca e valor de uso, decorrente da diferenciação entre trabalho concreto e trabalho abstrato, característica central do modo de produção. As modalidades de crises do capitalismo para Marx são;
- As crises conjunturais cíclicas de superprodução,
- A crise estrutural do capitalismo, intrínseca ao capitalismo e que tenderia a ser cumulativa.
- A crise final, onde aconteceria o colapso do capitalismo, que seria substituído pelo socialismo através da «revolução do proletariado».
Esse trabalho pretende abordar a questão das crises a partir das pesquisas de Marx, Schumpeter, Kondratiev, Piketty, Rangel, Mamigonian, Wood, Mandel, Hobsbawm e Amin e associando-as com a lei geral de acumulação capitalista, cujo fundamentalismo ocidental, é o consumo. Para explicar a conexão lógica que une o fenômeno das crises à contradição básica do sistema, retomaremos as formas mais abstratas dessa oposição para, em seguida, abordar seus desdobramentos ao longo do desenvolvimento da teoria sobre o capital.
Considero esse tema complexo e excessivamente explorado. Sendo estas análises provisórias no conjunto do conhecimento, uma vez que essa pesquisa encontrasse em sua fase inicial e podem ser alteradas e aprofundadas posteriormente, com a continuidade dos estudos no campo das relações da sociedade, do território, da economia e das tecnologias. Este texto é ainda um esboço, portanto peço que o considerem com generosidade nos debates.
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La distancia geográfica de las capitales provinciales argentinas al Área Metropolitana de Buenos Aires para el transporte de pasajeros
Ana María Liberali
Sobre la distancia geográfica
Cuando en geografía hablamos de distancias, no lo hacemos solamente en kilómetros, que lógicamente se tienen en cuenta, pero que en última instancia sólo hacen referencia a una primera aproximación. Una misma distancia matemática puede ser muy diferente desde el punto de vista geográfico, ergo, cien kilómetros de tierra o ripio no son lo mismo que cien kilómetros de ruta asfaltada y señalizada. Tal cual, si se tratara de un camino de llanura o uno de montaña, de lugares con grandes nevadas o lluvias torrenciales, de temperaturas extremas, de rutas con peajes, con controles de frontera interprovincial o internacional, etc.
Nadie tiene demasiado claro qué cantidad de kilómetros separan a un sitio de otro, sino cuál es el esfuerzo necesario para unirlos. Es decir, que al kilometraje deben agregársele el tiempo y los costos de traslado. Y el tiempo estará definido por las tecnologías disponibles, no sólo de la existencia de vías de comunicación sino del funcionamiento de los medios de transporte: estado, frecuencia, velocidad…
También debemos distinguir entre el tránsito de cargas y de pasajeros. Si las cargas son perecederas, de alto riesgo, de gran peso y volumen, etc. Y en cuanto a los pasajeros, que se comportan como carga perecedera, debemos considerar la edad, el sexo, el estado físico y sus pautas de comportamiento”. (Liberali y Redondo; 2013)
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“Japón: la crisis de estancamiento”, de Joseph Halevi y Bill Lucarelli
Diego Solimeno (UNMP)
Alan Rebottaro (UNLu)
Una primera aproximación geográfica
La geografía permite pensar y entender el capitalismo. Así, la realidad, materializada en los procesos económicos y financieros que se desarrollan dentro de los Estados, se puede explicar en clave geográfica. En este sentido, «Japón: la crisis de estancamiento», de Joseph Halevi y Bill Lucarelli, publicado primero en ingles en Monthly Review y posteriormente en la Revista Globalización en el año 2002, toma ese rumbo.
Japón es uno de los países en donde el capitalismo se desarrolló con más potencia luego de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, este desarrollo conllevó ciertos límites, propios del sistema, que se geografizan en forma de crisis y estancamientos económicos. Estos procesos fueron detalladamente analizados por los autores mencionados hace casi veinte años y hoy en día continúan teniendo vigencia. Al mismo tiempo consideramos que el análisis propuesto para el caso nipón es un gran aporte para la geografía económica. De esta manera este trabajo se propone realizar un comentario sobre el artículo mencionado, poniéndolo en el contexto de la crisis económica capitalista actual, resaltando procesos que ayuden a comprender la crisis económica en clave geográfica.
En función de este análisis, la crisis del Japón es producto de factores internos y externos a éste. Entre los factores internos se destacan su envejecimiento progresivo y la pérdida relativa de demanda efectiva de su mercado interno. Por otro lado entre los factores externos se destaca la pérdida de competitividad que se produjo (sobre todo en los años 80 y 90) debido a la sobrevaluación del yen respecto al dólar. Este fenómeno quitó competitividad a las manufacturas de exportación niponas, motor de su desarrollo y entre otros factores impulsó la salida de capitales industriales que buscaron ventajas competitivas en diferentes partes del mundo, pero sobre todo en el sudeste asiático. Es decir, que el papel que cumple como hegemón en la región significó que la respuesta a la crisis de sobreacumulación sea el traslado geográfico de parte de su industria hacia los llamados «tigres asiáticos».
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América Latina: las etapas del desarrollo económico–social
Aníbal Gejo
América Latina y su inserción en el mundo
A pesar de conformar un conjunto heterogéneo y variopinto las naciones latinoamericanas recorren –a partir de la independencia- trayectorias paralelas.
En primer lugar comienza para las naciones recién emancipadas lo que el historiador Tulio Halperín Donghi ha denominado la “larga espera”, durante la cual el derrumbe de los imperios iberoamericanos no permite la instauración de un nuevo orden: es un período caracterizado por las permanentes luchas intestinas entre caudillos y “señores de la guerra” surgidos de las guerras de independencia.
Entre 1850 y 1880 las economías latinoamericanas se integran al mercado internacional. Producen y exportan materias primas agropecuarias y minerales e importan bienes manufacturados. Mecanismo esencial de la división internacional del trabajo estructurada alrededor de Gran Bretaña “el taller del mundo.”
Entre 1880 y 1930 el orden neocolonial alcanza su maduración. Los países latinoamericanos viven un vertiginoso crecimiento extravertido que la crisis de 1929 pone fin al desorganizar las corrientes comerciales internacionales. El derrumbe del mundo liberal es también el de la hegemonía británica y el definitivo ascenso de Estados Unidos, ya dominante en el espacio caribeño.
Entre 1930 y 1970 la industrialización latinoamericana sienta las bases del desarrollo hacia adentro. Sin embargo, los limitados espacios de autonomía económica creados durante el período de entreguerras se desvanecen ante el arrollador avance de los intereses estadounidenses. Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se convierten en la metrópoli exclusiva de toda la región.
Entre 1970 y 2000 los acalorados debates en torno al desarrollo nacional y la narrativa de la industrialización se desvanecen. El endeudamiento externo arruina las economías de la región. Las sucesivas políticas de apertura de la economía, desregulación y privatizaciones transfieren el control de lo que resta de los mercados internos a empresas transnacionales. Incluso los incipientes procesos de integración regional (Mercosur) son crecientemente controlados por firmas extranjeras principalmente estadounidenses.
A partir del 2000 parece abrirse un nuevo ciclo: en un momento en que los Estados Unidos se muestran más preocupados por lo que sucede en otros lugares del mundo (Oriente Medio y Europa), el ascenso asiático (chino y en menor medida indio) permite un ciclo expansivo con base en la exportación de materias primas agropecuarias y minerales. La influencia china en América Latina se proyecta más allá de lo comercial: sus inversiones en infraestructura, energía y manufacturas le aseguran estrechos lazos con las experiencias políticas surgidas del derrumbe neoliberal de 1999-2003. ¿Sustituirá el gigante asiático a la gran potencia del norte? ¿Cumplirá China a comienzos del siglo XXI un papel semejante al cumplido por Gran Bretaña a fines del siglo XIX como observan algunos analistas?[1] Tras la “industrialización trunca” ¿Se encamina América Latina hacia un proceso de reprimarización?
[1] Escudé, Carlos, China, una oportunidad histórica, en La Nación, Buenos Aires, 26/07/11.
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Trabajadorxs de talleres clandestinos en Buenos Aires: Economía Política de la Trata de Personas en un País Periférico*
Jerónimo Montero Bressán
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales / CONICET
Eliana Ferradás Abalo
Universidad de Buenos Aires
Resumen
En este artículo utilizamos los argumentos de Jamie Peck (1996) para analizar el origen y evolución del sistema de talleres clandestinos de costura de Buenos Aires en función de los cambios en el proceso de trabajo y en el marco institucional del mercado local de trabajo. En el análisis del rol del estado en la regulación y combate a la trata de personas con fines de explotación laboral durante los gobiernos kirchneristas, surgen signos contradictorios. Por un lado se introdujeron la ley de migraciones, que considera a la migración como un derecho humano, y la de combate a la trata de personas, sobre todo como respuesta a presiones por parte de organizaciones de migrantes y anti-trata. Por el otro, existe un muy alto nivel de tolerancia estatal hacia las prácticas de las empresas. En resumen, acá nos proponemos demostrar que la legislación pro-migrantes debe ser apoyada por políticas más integrales que contribuyan a evitar la explotación de mano de obra migrante, y que ello solo ocurrirá si las organizaciones y movimientos sociales desarrollan estrategias exitosas para presionar a los gobiernos a hacer cumplir los derechos de los y las migrantes.
* Versión en español de Montero Bressán, J. y Ferradás Abalo, E. 2015. “Sweatshop workers in Buenos Aires: The political economy of human trafficking in a peripheral country”. En G. Craig, L. Waite, H. Lewis y K. Skrivankova (Eds) Vulnerability, exploitation and migrants: Insecure work in a globalised economy. Londres, Palgrave MacMillan.
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Hidrocarburos: Modelo Productivo Extractivista
Graciela Patricia Cacace; Jorge Osvaldo Morina
Universidad Nacional de Luján, Pcia de Buenos Aires
- Introducción y marco de referencia
En la Argentina, el neoliberalismo produjo importantes transformaciones económicas y sociales. Se inició con el Rodrigazo de 1975[1], punto de inflexión en la evolución de la economía nacional definida hasta entonces como mercado–internista (Gejo; Morina; Velázquez, 2000). Finalizó en diciembre de 2001 con la crisis de la Convertibilidad que condujo a un marasmo sin precedentes: desocupación, pobreza e indigencia, resultados inseparables del plan agotado. Con la enorme devaluación estas variables llegaron a valores inéditos en 2002 y 2003. Comenzaron así a perfilarse nuevas tendencias que, con el correr de los años, se tornarían características de un nuevo “modelo” económico llamado neo-desarrollismo (Katz, 2007). Sin embargo, la dinámica económica “exitosa” en Argentina a partir de 2002 planteó una serie de restricciones. El límite más importante que enfrenta el desarrollo capitalista en Argentina es la consolidación de un patrón de acumulación de carácter dependiente y periférico basado en el saqueo de las riquezas naturales (extractivismo) en el marco de una economía transnacionalizada. Esta situación conforma un obstáculo significativo a las posibilidades de avanzar en un proyecto de cambio social pues supone la conformación de una sólida correlación de fuerzas sociales a favor del bloque dominante burgués y –dentro de éste– de su fracción transnacional. Este rasgo de continuidad es el que da cuenta del carácter postneoliberal de la etapa actual (Féliz y López, 2010). Pero con un detalle distinto: incorpora, por necesidad, a parte del pueblo trabajador como socio subordinado sin poder garantizar trabajo no precario. En este “detalle” están sus límites (Féliz; López, op. cit.).
La Argentina, como otros países de América Latina en el presente siglo, ha venido transitando de un “modelo” anclado en la valorización financiera hacia otro asentado en la producción y exportación a gran escala de bienes primarios (commodities): metales y minerales, productos agrarios, biocombustibles e hidrocarburos. Perfiles productivos exportadores que consolidan una matriz extractivista funcional a la globalización comercial y a la integración subordinada de nuestro país al sistema económico mundial. Es el pasaje del Consenso de Washington al Consenso de los Commodities (Svampa, 2013).
Los gobiernos buscan justificar el modelo de desposesión (Harvey, 2004) afirmando que es la vía que permite generar las divisas que luego son reorientadas a la redistribución del ingreso y al consumo interno, o a la generación de actividades con mayor contenido de valor agregado.
Estos procesos tienen estrecha relación con las políticas orientadas a la atracción de inversiones extranjeras- IED- especializadas en la explotación de recursos naturales y en las primeras etapas de su procesamiento dentro de las Cadenas Globales de Valor. En los últimos años, las exportaciones de los países de la región y los altos precios de varias materias primas (incluso con caídas en 2014, 2015 y en lo que va del 2016), favorecieron recurrentes balanzas comerciales superavitarias. De esa manera, el “modelo” fomentado por la IED consolidó formas de producción que implicaron la sobreexplotación de la capacidad de carga de los ecosistemas y una transferencia de riqueza encubierta (agua, nutrientes) en las transacciones internacionales. Son nuevos mecanismos de expropiación de recursos naturales que violan los derechos, tanto humanos como naturales: Una verdadera extrahección[2] (Gudynas, 2013). Estos procesos generan profundas repercusiones sociales, políticas, económicas, ambientales y científicas. “La expulsión de los más pobres de la tierra, la afectación de los ecosistemas y de los hábitats humanos, los cambios en las condiciones de trabajo, la fragmentación social y territorial son parte de la dinámica principal y global que afianza una inserción económica internacional de la mano del capital financiero y las transnacionales” (Fernández Equiza, 2013).
El modelo extractivista nacional se apoya en la expansión sojera, como fenómeno paradigmático de la imposición de la agricultura industrial transgénica, en la gran minería a cielo abierto y la gestión de los hidrocarburos convencionales y no convencionales. En esta presentación sólo se desarrolla una aproximación sintética de la situación hidrocarburífera.
[1] Conjunto de medidas puestas en marcha por el Ministerio de Economía a cargo de Celestino Rodrigo durante la presidencia de M. E. Martínez de Perón tendientes al deterioro del salario real con una devaluación del 160 %.
[2] La extrahección es el caso más agudo del extractivismo. La palabra tiene su origen en el vocablo latino “extrahere”, donde “ex” significa fuera, y “trahere” alude a quitar y arrastrar hacía sí. Por lo tanto, extraher es el acto de tomar o quitar con violencia, “arrancar” los recursos naturales, sea de las comunidades como de la naturaleza.
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